viernes, 2 de diciembre de 2011

Cap. 18 La tormenta llegó...


La tormenta llegó, literalmente, pues desde hacía unos días no había parado de llover y tronar aunque hoy solo llovía. Mis padres se pasaban todo el día hablando en susurro sobre mí y por eso me encerraba en mi habitación, lo que hacía que aún hablaran más sobre mí. Recordé lo fácil que era mi niñez y que no entendía por qué tenía tantas ansias de ser mayor porque lo único que he conseguido han sido problemas, preocupaciones, dolor etc. Intentando olvidar la tristeza, cogí el chubasquero y el paraguas y salí a la calle. Poca gente había por la ciudad lo que me asustaba y a la vez me gustaba. Comencé a pensar en Bastien y todo lo que había sucedido. Llevaba semanas, casi meses, encerrada en mi habitación esperando una llamada, una carta, un petar en la puerta pero nunca llegaba. Desde su cumpleaños no lo había vuelto a ver y cada día que pasaba más desesperada y triste me ponía. Lo quería con toda mi alma y me dolía que él no se diera cuenta. ¿Tendría que ser ahora yo la que tuviera que demostrarle que mi amor por él es sincero? Mientras seguía con mi largo paseo me alcanzó un fuerte viento que ¡se llevó mi paraguas! Comencé a correr detrás de él pero el viento cada vez se hacía más fuerte lo que hacía que mi paraguas volara aún a más velocidad. Estaba a punto de dar vuelta cuando vi que el paraguas se paró al final de la calle, menos mal, ya estaba a medio camino para cogerlo cuando veo a alguien ¡llevarse mi paraguas! ¿Pero qué? ¿Enserio? Alguien acababa de robarme el paraguas, en mis propias narices. Entonces llegué al final de la calle y en una esquina... estaba Bastien con mi paraguas. Mi corazón latía bruscamente, estaba eufórica por verlo, mi corazón me decía bésalo, bésalo... pero me hice la dura para que no se diera cuenta.
- Devuélveme el paraguas.- Lo dije seriamente y sin mirarle directamente a la cara.
- No te han enseñado en el cole que se piden las cosas por favor y se habla mirando a las personas a la cara.
- Tú lo has dicho, a las personas, y yo aquí no veo ninguna salvo yo.
- Si tanto quieres, ¡tómalo!.- Me dio el paraguas enfadado y siguió su camino.
Algo me hizo gritar fuertemente.- ¡Espera!- Bastien se dio la vuelta y me acerqué a él.- Estás empapado, deja que te acompañe.

1 comentario:

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